Sevilla produce un sentimiento especial al Palma Futsal y recuerda el mayor éxito de la entidad en sus dos décadas de historia. El 7 de mayo del año pasado es una fecha inolvidable para los aficionados del Palma Futsal. Sevilla fue la sede de la primera final de la entidad mallorquina, una ciudad que marcó un antes y un después y en la que Miguelín rompió el sueño de su equipo de origen.
Sevilla fue el desenlace más cruel de los que podían redactarse para un equipo cuya ilusión era ganar el primer título de su historia. El entusiasmo y el éxito conseguido con el billete para la final dieron paso a un estado de tristeza por la forma de caer. Y en la capital hispalense nació el reto de repetir la hazaña alguna vez para tener la opción de reescribir el relato. Es la ambición de un club que vuelve a afrontar la Copa del Rey con otra cara. Desde la final de Sevilla, la Copa del Rey sabe diferente. El destino ha querido que el conjunto balear debute en la edición de este año en la misma ciudad en la que redactó una página brillante pese a que el resultado no fuera el soñado. Antonio Vadillo levantó el título de campeón y ahora llega como entrenador de un proyecto que destila más ilusión si cabe. El Real Betis FS, de Segunda División, uno de los candidatos al ascenso este año, será este martes, a las 21:00 horas, el primer rival en los dieciseisavos de final de la competición que se disputa a partido único.
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